David Rojo
Por entre el oleaje, por entre las rocas, rompiendo el viento como una gran flecha, amigable, compartiendo con la comunidad entre chorlos Tildíos y Semipalmeados, cormoranes, sólo faltaba que alguien le extendiera el sonido del jazz.
Se trata del pelícano café o pardo.
En Luisiana, Estados Unidos, es el ave símbolo.
Las playas de Los Cabos que tienen turistas todos. Un lugar amigable.
Que el déficit en el tratamiento de aguas residuales no llegue a lesionar las aguas de la bahía de Cabo San Lucas o las de San José del Cabo, ni las del corredor turístico entre ambos polos de desarrollo turístico, cuando ahí está latente el riesgo ambiental por el desecho de aguas negras con miles de familias sin drenaje y el estero josefino viviendo sus últimos días. ¿Algún gobernante municipal o estatal le hizo caso a la Fundación Slim o otras voces sobre la destrucción del hábitat la Mascarita Peninsular, ave endémica? Por supuesto que no, la palabra de compromiso por el hábitat de ésta y otras aves no deja huella, lo que hace crisis en lo social por el déficit en el tratamiento de aguas residuales.
El pelícano café disfrutaba días atrás de la playa de Las Viudas, turistas iban y venían. Una foto y otra foto, nada de acoso.
Cada cual su vida.
Cada cual su día de playa.
Cada cual su momento de sol.
Los Cabos tiene visitantes alados permanentes desde Alaska o sudamérica. Y también están las aves endémicas.
Es un destino para visitar y disfrutar, lo saben bien las aves. aquí están con todo y sus aleteos.