David Rojo
Al final de la tierra, finalmente, cinco siglos después al XVI, las grandes embarcaciones en el XXI significan potencial competencia por la riqueza local, aquí en Cabo San Lucas, que ahora se manifiesta en economía turística y no por aquel supuesto oro de Calafia por el que incluso llegaría Hernán Cortés y lo que seguiría con las expediciones de los navíos de la corona española y de la ruta de aquella riqueza transportada en la Nao de la China que llegaba a caer en manos de piratas como Cavendish en la ahora conocida bahía sanluqueña.
Cinco siglos después de que Hernán Cortés estuviera por espacio de cerca de un año en la hoy región sudcaliforniana (establecido en La Paz) y se fuera con la manos vacías sin apoderarse del oro de Calafia, ni mucho menos haber tocado a las hermosas amazonas que se referían en aquella novela de caballería Las sergas de Esplandián, la bahía es la misma. Y se afirma que en su entorno se registran los principales ingresos salariales en México.
Entre las fotografías de Los Cabos Extraordinario que acompañan este texto, en una toma pareciera que dos cruceros turísticos –en pleno desplazamiento por el turismo– estuvieran en una formidable y tan cerrada carrera milímetro a milímetro uno de otro.
Hoy, es el turismo, una realidad; ayer fue Calafia, una novela.
Los Cabos con un potencial extraordinario.
Muy bien David. Interesante la comparación.