David Rojo
Después de tres siglos de esclavitud, México se amanecía con un emperador. Se había triunfado en la lucha por la Independencia, pero a la tragedia y al dolor de siglos, seguirán otros siglos de sangre.
Los tres primeros capítulos del libro “11 años de lucha por la Independencia, 2 siglos por la democracia, son cortos, pero contundentes:
I
Hay oscuridades largas.
II
Iturbide se encuentra cerca de las puertas del hoy Palacio Nacional, es 20 de septiembre de 1821.
Ondea desde Tacubaya la bandera de la independencia nacional; dos días antes, el 18 de septiembre, desde el mismo lugar de Tacubaya, el todavía jefe político de lo que resta de
la corona española Juan O Donojú (1) emplaza a los mandos
militares y políticos capitalinos al reconocimiento de los Tratados de Córdoba (Gobierno del Estado de Veracruz,
https://www.segobver.gob.mx/juridico/var/
cordoba.pdf).
Desde el cuartel general del Ejército trigarante el mensaje
de Iturbide se iza al viento en ánimo que se extienda por to-
dos los rincones mexicanos (3):
“…sus valientes hijos (de la Patria) pelearon desnudos para
hacerla independiente y feliz”.
III
La oscuridad es larga. Dos siglos después a ese pronuncia-
miento desde Tacubaya sigue en jaque la felicidad de la Pa-
tria y de aquellos sus hijos que pelearon desnudos.
En un día de la Patria, el 16 de septiembre de 2018, Ana Karen García (diario El Economista, https://www.eleconomista.com.mx/eco-
nomia/7-de-cada-10-indigenas-en-Mexi-
co-son-pobres-20180916-0007.html),
refiere:
“La pobreza afecta a 7 de cada 10 indígenas en el país y
3 de cada 10 indígenas son víctimas de la pobreza extrema…
En México no todos los pobres son indígenas, pero prácticamente todos los indígenas son pobres. En México hay 7.4 millones de población indígena”.