David Rojo
Era el 9 de octubre.
Con el caer de la tarde la Luna creciente se veía toda imponente.
Magnífica postal al final de la tierra.
Poco a poco la estación meteorológica de Cabo San Lucas se fue sumando en primer cuadro a tan grato impacto visual; le seguía con el enfoque de la cámara, aún con varios kilómetros de por medio, desde Vista Real. Con el extraordinario zoom de la cámara intentaba el detalle, en instantes la Luna estaría oculta por el último de los cerros al final de la tierra.
No he estado en el sitio de la estación metereológica, pero debe de ser un lugar especial. El propio gobierno debería de abrir ahí un espacio para la observación astronómica, aun cuando me comentan que cuenta con un reflector muy potente, o hacer lo propio en el Cerro de las Antenas, en donde Protección Civil cuenta con instalaciones respectivas.
Se trató de instantes largos, muy largos.
No suelo usar el trípode. Todo a pulso. Así que a aguantar toda respiración con el obturar, aun cuando con la propia circulación sanguínea la mano suele moverse.
Pero, cuando la naturaleza quiere saludar a Los Cabos suele ser, lo que se dice linda. Y con la Luna y la estación meteorológica daba un saludo espectacular.
La Luna creciente a punto de ocultarse por el cerro se veía bellísima.
Cuatro días después sobre Cabo San Lucas se posaba la Luna gibosa creciente; la Luna sobre el lucerío de la ciudad portuaria sanluqueña.
Más obturaciones fotográficas de Los Cabos Extraordinario.
Y en estos días la Luna llena saliendo por el Este luciendo el conejo de Quetzalcoatl.
Días de Luna.
Así, como cuando los Pericú o sus ancestros, con los milenios atrás le saludaban desde la playa El Médano.
Desde el final de la tierra, en esta región sudcaliforniana en medio de dos mares.