David Rojo
No sorprendió.
La cuestión es si se traiciona, finalmente, a quienes van a las urnas para hacer válido el ejercicio democrático, entonces, qué sigue.
Hace tiempo que se perdió el escrúpulo en la política, se pasó al cinismo.
La falta de escrúpulo político en el PRI en el PAN.
La falta de escrúpulo político en lo que llaman izquierda, esta supuesta nueva izquierda (hoy en día con echeverristas y chapulines panistas y priistas) lejos, muy lejos de esa izquierda que ganó las alamedas democráticas con cruentos episodios como el del 68.
Así no sorprendió que dos senadores perredistas se fueran a Morena.
Se dijeron de izquierda. Y dijeron que se quedaban en la izquierda.
Así, del PRD se fueron a Morena.
En la campaña electoral, fueron oposición. Hoy, ya no.
Con los senadores Araceli Saucedo Reyes (Michoacán) y José Sabino Herrera Dagdug (Tabasco), Morena está a un paso del control de la mayoría calificada con lo que estarán por igual a un paso de hacer lo que quieran con la Constitución: a los intereses de quienes ejercen el poder, no del pueblo.
Se aganaron las calles por la democracia. Y en más de una ocasión se tiñeron de sangre. Persecución. Cárcel. Desaparición.
Hoy, en la democracia –desde el poder mismo– se abre la puerta a traiciones. Los votos que les dieron electores de un color y convicción, los pintan. Les cambian de color.
Todos esos votos a la oposición en Tabasco y Michoacán son pintados, finalmente, de guinda. De morenistas. Como el camaleón, cantara José de Molina, que cambia de color según lo que trama y según la ocasión.
El electorado, ¡al carajo!
Ya pasó la campaña.
Pero, la puerta está abierta a la traición que diversos actores dan a la democracia.
La política se hace un lodazal.
Difundía en promocionales el entonces perredista José Sabino Herrera Dagdug:
“Yo también estoy cansado de los políticos chapulines de siempre…”.
Acabó en Morena. El PRD si bien perdió su registro nacional, y eso le pasará en Tabasco al PAN por la ínfima votación tabasqueña que obtuvo, el PRD en aquella entidad no perderá registro electoral. Es decir, en aquella entidad la izquierda perredista tabasqueña aún de pie. Se quedó esa izquierda, embargo con el adiós. Con el “hay (ahí) te ves” del referido “Chavo”.
A esos electores nunca se les dijo: después de las elecciones nos vamos a pintar de otro color. Menos, que siendo de oposición pasaran al poder cuestionado en campaña.
Los electores dieron su voto por una opción política. Finalmente, sus votos fueron manipulados. Traición en la democracia.
Se dirá que no. Nada de traición. Que seguirán trabajando por el pueblo. Que el pueblo es primero. Pero, electores les dieron su voto por otra opción al poder, no para que se fueran al poder.
Nada más en Michoacán la alianza PAN, PRD, PRI en las votaciones para senadores obtuvo 656 mil votos. Y ha de haber sido mínimo el voto perredista.
Así de esas: ¡656 mil electores! que consideraron otra opción política. Y que ya fueron ignorados.
En la Real Academia Española se define la palabra que tiene que ver con este hecho:
“Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”.
Traición a la democracia, puertas abiertas.